martes, septiembre 12
...de Hogar, dulce hogar
Yo que se, por llamarlo de algun modo. Aunque asi, con estas cortinas y esas paredes casi me recuerda a una peli de Kaurismaki.... lo que es capaz de inventarse uno.
...de Futuros artistas
Si algun dia se hace famoso, asi rollo Pete Doherty, esta foto tendra su valor.
Asi esta la cosa...
...de Calendario Zodiacal
Tal vez no.
No se. Lo unico que tengo claro, aparte, es que a mi me encanta el vodka.
Lo pueden encontrar en uno de esos inmensos grandes almacenes que abundan en Oxford Street. Si quieren pueden pagar los 27 pounds que cuesta. Tambien hay otros metodos de conseguirlo.
lunes, agosto 28
... de La otra cara
Es que hasta ahora esta ciudad habia sido juego y alegria; aventura nocturna y pintas de conversacion. Y hoy he conocido la otra: el londres triste, que resulta ser suave caida aunque en hondo hueco. Con cielo azul (cielos de Turner o de Barry Lindon, que vienen a ser lo mismo). Frio casi confortable, pero inmensa soledad. Aun asi resulta bonita la ciudad, aunque demasiado real. Echar de menos a una amiga.
Londres me resulta una ciudad para mayores, al contrario que la infantil Pamplona (aunque sospecho que podria ser bien distinto y lo que ha cambiado es el punto de referencia). Y ahora entiendo las escenas de cafe en lavanderia, de autobus de vuelta, de sopa de sobre tomada en taza humeante.
Ahora sabes que lo importante no es ni la ciudad ni las personas, mas bien esa persona en esta ciudad. Eso es lo que se echa de menos.
Bueno, aun queda Londres. Mi espalda necesita descanso. Hoy he ido a intentar comprar una almohada; pero el mercado ya habia cerrado. Tampoco importa, hoy dormire y mañana al levantarme estare mejor. A lo largo del dia me ire olvidando y a la noche ya no recordare que necesito una almohada.
Creo que mañana es el carnaval de Nothig Hill.
Un beso Lara.
jueves, agosto 24
...de Que chucha es Londres
Esa parte de la ciudad formada por edificios antiguos, calles estrechas y mierda en el suelo; esa zona que permite convinar indigentes y tiendas repletas de abanicos y maniquies de faralaes que acaban sobre un televisor. Os suenan de vuestra ciudad? Pues bien, Londres carece de algo similar. En realidad, todo Londres resulta una fotocopia de si mismo, al menos a primera vista. Varian ciertas estructuras, o los colores que decoran las fachadas; pero todas las aceras, las esquinas y el (recurrente) ladrillo parecen sacados del mismo proveedor. Y todo, aunque recubierto de una capa industrial que refleja el eterno cielo nublado, parece nuevo. Aqui puedes encontrar la casa natal de Eric Blair, pero ningun edificio recuerda a alguien anterior al 1800. Dicen que cuando quieren rodar una pelicula sobre la Londres Victoriana se tienen que ir a Praga. Londres no tiene un corazon como el de Toledo o Merida.
En su lugar, la gente debe pornerselo. Y por ello, la ciudad se presenta abierta, no acogera pero si predispuesta. Preparada para que cada persona le otorgue un significado distinto a la misma esquina.
Es consecuencia de los bombardeos de la segunda guerra mundial? Cuando los londinenses emergieron del metro, les habian robado la ciudad. De hecho, a Berlin le paso igual y tambien ahora resulta una ciudad extraña, nueva. Porque Madrid tiene algo parecido, pero no tanto, es algunos siglos mas vieja, y eso se nota en la ciudad de los Austrias o en las callejuelas que rodean la plaza mayor. En esas fotografias de guerra, de esqueletos de edificios y escombros interminables podria encontrarse una explicacion. Sin embargo insuficiente.
El otro dia, en el Tate Britain, al entrar en una sala dedicada a los grandes paisajes ingleses: Constable, Gainsborough y demas; descubri algo mas. En el panel que cuelga a modo de introduccion habia una frase: "Such paintings are part of an enduring idea of the British landscape as the heart of the nation". Si esta en lo cierto, entonces donde se encuentra ese corazon sobre el asfalto de Londres?
Es curioso, en la capital alemana aun mantienen la torre de una antigua iglesia medio derrumbada (si habeis visto El cielo sobre Berlin sabreis de que hablo), como un fosil del cuerpo muerto de la ciudad vieja. Aqui en Londres tienen algo similar cerca de Algate: los muros mordidos y desnudos de una pequeña iglesia. En su interior han construido un parque donde la gente se sienta a leer el periodico, a comer o tomar un cafe. Y es que en esta ciudad inmensa, de trasporte publico que funciona mal, la gente usa los parques como si fuera el salon de su casa. Tal vez entonces...
Cuando llegue aqui hace dos semanas era imposible encontrar un parque que no fuera color tierra. El asunto era portada de los periodicos gratuitos. El calor, el sol, habia quemado la hierba. Tal vez por eso no me di cuenta entonces. Ahora, poco a poco el verano se va perdiendo y la lluvia se ha hecho compañera diaria.
Y mientras eso pasa, Londres se va volviendo verde; y entonces te vas dando cuenta, de que el corazon de esta ciudad tal vez sean sus parques.
lunes, agosto 21
...de Soy oficialmente gay
Imaginadme en la puerta del local, intentando darle al ingles un tono un poco gay para convencerles de que me dejaran entrar. Lo mas curioso del asunto es que a Lara no le quisieron hacer la tarjeta porque no se creia que era lesbiana. O soy buen actor o.... bueno, doy el pego.
Pues eso. Londres mola.
viernes, agosto 18
ladies and gentlemen
Y ahora, señoras y caballeros, les presento un poco de la fauna londinense. Todos muy piel de cerdo (en el buen sentido, por supuesto).
Kathrin
Alemana.
24 años.
En London hasta dentro de 3 meses.
Maja, lista y risueña: la alemana menos alemana que he conocido en mi vida.
Le mola: su novio, con el que se enfada cuando habla por telefono.
No le mola: el te hirviendo que le sirven cada mañana en el bar de la esquina.
La mujer ideal: habla aleman, italiano, español, japones y chino. Mas lista que el hambre. Cocina como los angeles y tiene un sentido del humor fino fino. Ademas de vivir en Sevilla y tener el acento mas bonito que he escuchado (carajo que bien se mezclan el japones y el andaluz).
28 años.
En London hasta la semana que viene.
Ser extraño con cierto problema para encontrar el rumbo, en su vida y en sus conocimientos culinarios. Sufre de Italianitis aguda.
Frase mas memorable: "El espumante italiano es mejor que el champagne".
26 años.
Se quedara en Londres por 6 meses.
Muy majo, buen compañero; pero con un problema que le dificulta la comunicacion con los demas: no habla.
Bueno, en realidad poco a poco se va soltando. Ayer me dijo que le gustaba Metallica. Trabaja en un restaurante frances. Le molan la cerveza, los porros y los libros de fantasia.
Frase mas memorable: "Cual es tu pelicula favorita?"
Madrileña.
23 años.
Se va la semana que viene.
La gran revelacion de la temporada. En cierto modo, (en todos modos), me ha salvado el viaje con su compañia. Encantadora, divertida, con genio, gran sentido estetico y atractiva. Ademas, cuenta las historias sobre mascotas mas graciosas de la isla.
Le molan: las rayas, los profesores de ingles.
Frase mas memorable: "Paco, eres mi nuevo mejor amigo gay, pero en heterosexual".
Proximamente mas sobre Lara.
sábado, agosto 12
... de Un poco de compañia
Imaginense alli, sentados, solos, con hambre, fumando. Escribiendo estas lineas ahora mismo en un cuaderno de tapas rojas. Cada poco la pelota les golpea en la mano... y, caracho, justo ahora en la espalda: sueltan un respoplido y todas las parejas le miran. Lo escriben, lo estan escribiendo. Un tipo se les acerca, preguntando por la hora. Ustedes sacan el movil y lo miran: "20 past seven" le dicen. Deciden fumarse otro cigarro.
Al poco rato suena el reloj de la plaza. Siete campanazos. Mi reloj, su reloj, esta adelantado. Ni para decir la hora servimos. Otro balonazo. Decidimos levantarnos, ir a dar una vuelta por el Londres nocturnos. Compartimos un cigarro...
lunes, agosto 7
domingo, agosto 6
...de fotos de gente haciendo fotos
...de los objetivos absurdos de un personaje mediocre
- De algun modo, toparte con Robert Wyatt. Ponerte a hablar con el. Comentarle sobre noches en navarra, en Pamplona, donde los toros. Invitarle a una cerveza. Despedirse, y justo antes de irte conseguir que te regale un radio de su rueda izquierda. Si no, robarlo.
- Elegir una semana. Guardar en una bolsa todo objeto que de otro modo tirarias a la basura: botella de agua, billete de autobus, la revista Time Out ya pasada... Juntar todas esas cosas que has consumido durante la semana, enredarlas con un hilo metalico. Ir al Tate Modern. Entrar al toilet. Aprovechar para hacer lo que toque y, antes de salir, colgar la obra en la pared frente al water con la inscripcion: London, seven days.
- Introducir los bocadillos de calamares en los Pret a Manger.
- Preguntar a cuanta persona conozcas, mejor si la noche esta avanzada, asi como si nada, si les suena de algo el nombre de Manuel Palos. Reducirlo a porcentajes y comprobar la penetracion de Manuel en la vida londinense. Por ultimo, invitar a los entrevistados a entrar en el blog de nacho. Decidles que Palos ahora se llama Focuel.
jueves, julio 13
...de Los Portales
Claro que eres tú. Te he visto al entrar, pero no estaba seguro. Qué quieres que te diga, es que en este bar no me fío mucho. Ya sabes, aquí las siluetas se confunden. Pero, ¿cómo estás? ¿Cuándo has llegado? No me has avisado, mira que eres cabezón... Claro que yo sigo por aquí, dónde iba a estar si no. Bueno, a este bar ya no vengo. En realidad últimamente no salgo mucho. Ando muy liado. Hoy es que es el cumpleaños de un compañero del trabajo. Pero cuéntame cómo te va a ti. No, yo no me puedo quejar. El otro día me crucé con M., me dijo que había estado hablando contigo... No, tampoco lo veo mucho a él. Ellos siguen quedando. T., B., I., O., creo que tienen un día al mes que salen juntos. Tú sabes, lo típico... ¿Quieres una cerveza? Venga...
...hombre, claro que me acuerdo. ¿Y cuando íbamos al bar de las absentas? ¡Qué tiempos! ¿Qué? ¿Ese de allí? No sé, es que esto está tan oscuro. Pero no ponen mala música. Sí, esta canción la bailábamos T., R. y yo. Oye, ¿cómo es vivir en una ciudad grande? ¿Se está muy sólo? El otro día leí no sé donde que la gente solitaria se encuentra a gusto en los sitios grandes. Porque en el fondo allí todo el mundo está sólo. Algo así. ¿Otro chupito? Bueno, yo que sé, vale. No todos los días te reencuentras con un compañero de la universidad. De verdad, ¡qué cueva! Esto sigue igual de oscuro. Tiene narices que algunas cosas no cambian nunca...
...¿tú hechas de menos? No sé chico. La vida sigue, ¿no? ¿Otro?...
...era la leche. Los tres todo el día. Solo sentarse en un banco y hablar. Yo disfrutaba como un enano. Introducirse poco a poco en el mundo R.. Saber todo sin conocer a nadie. Porque prefería no conocer. Mejor así, imaginarme yo las caras de sus amigas, de su familia, de su novio. Entenderlo un poco, o creerlo entender. ¿Tú que tal con las mujeres? ¿Cómo son por allá? Bueno, yo alguna cosa he tenido. Hay una chica en el trabajo. Pero no sé, supongo que cada historia es distinta...
...¿recuerdas aquel concierto de P.? Sí, aquí. Tocaba una música un poco depresiva. Pero estaba bien, juntarse todos para escucharlo. ¿Tú donde estabas? Yo más o menos aquí, déjame recordar, sí, aquí de pie. Pues estaba P. tocando. Y de pronto apareció una chica entre yo y el escenario, un par de metros delante: llevaba el pelo negro recogido en una coleta. Y empecé a mirarla, porque me recordaba a R., la forma del cuello. Pero no era ella; ella nunca llevaba el pelo recogido. Lo que pasa es que ya sabes cómo era yo, y empecé a rayarme. La chica iba a la barra para pedir una cerveza y entonces intentaba mirarle la cara; pero es que este sitio es tan oscuro. Llevaba una camisa sin mangas, lo recuerdo muy bien, era roja. Lo sé por los reflejos de la las luces del escenario a contraluz. Y empecé a analizarla: tenía unos pendientes largos, como los que R. solía llevar. Y lo raro era que la forma de los hombros, la caída hacia los antebrazos, también me recordaba a ella. Ya ves, cada vez peor... Luego me fijé en los zapatos: unos botines de tela azul clarito, pero es que esos los llevaba tanta gente por entonces. Yo ya no sabía qué hacer. Entonces vi a H., que estaba también un poco delante. Se acercó y le comentó algo, muy cerca, casi al oído. Era normal, P. estaba tocando y la música sonaba alta. Ya no sabía qué hacer, estaba casi convencido, y esa noche no quería cruzarme con ella. Entre la cerveza y la música depresiva de P. no estaba el horno para bollos. Decidí confirmar lo inevitable: le miré el trasero. Y entonces me relajé: ese no era el culo de R.. El de la chica era más bonito. Fue un descanso. Y entonces tuve una idea. Ir por detrás, acercarme hasta su oreja y comentarle: “Te pareces tanto a una chica que conozco”. Comencé a avanzar; pero me acobarde y retrocedí. Ya ves. Soy así.
P. terminó el concierto con una canción que me gustaba bastante. Saqué un cigarro y la escuché fumando mientras terminaba la cerveza que aún conservaba entre las manos. Entonces P. se despidió y las luces se encendieron. La chica que tenía delante se dio la vuelta y se quedó a poco más de un metro delante de mí. Era R. La saludé y poco más, luego huí cómo pude. De camino a casa fume dos o tres cigarros. Al llegar no cené, me metí directamente en la cama. Nunca la había contado esto a nadie. Ya ves.
Bueno, sí. Ya nos volveremos a ver. No sé, los del trabajo han desaparecido. No te olvides de llamarme si vuelves por aquí. Si yo paso por Madrid te avisaré. Oye, ¿no te apetece tomar la penúltima en mi casa? Bueno, ya, no te preocupes. ¿Te imaginas que llego a decirle eso aquella noche? Vale, cuídate. Y si ves o hablas con alguno de estos, salúdalos de mi parte. Nos vemos por ahí.
Como aquella otra vez hace ya varios años, Raúl regresa caminando a casa. Durante el trayecto fuma tres cigarros e intenta no pensar en nada. Al llegar no cena, va directo al dormitorio. Se desviste y se introduce en el pijama. Luego se acuesta en la cama. Apaga la luz. Esta vez llorará.
miércoles, julio 12
....de meteoritos y lunas de merengue
En el primer tomo, titulado Los orígenes, de la Historia Natural de Salvat que se vendió junto al diario El País durante 2004 se cita el hecho que da origen al personaje protagonista de esta historia. Hacia la mitad (como quien dice en el centro) de la página 34, bajo la foto de un terrible asteroide en ruta por el espacio, aparece el nombre de Anni Hodges. De ella se recoge que el 30 de noviembre de 1954 se levantó de la cama en su casa de Alabama. Que desayunó y se lavó los dientes. Y que, aunque salió de su casa, como siempre, con el tiempo justo para no perder el autobús que debía llevarla al trabajo, ese día tuvo que esperar al siguiente durante 15 minutos.
La pobre señora Hodges, ajena (al igual que ustedes) a lo que se le venía encima, subió despreocupada y ocupó el asiento que un joven había abandona al verla entrar; cosa que hizo gracia a la mujer y le dio que pensar: “Con 50 años me vuelven a ceder el asiento como cuando tenía 18. Sí, es verdad que con la edad volvemos a lo mismo, aunque sea por cosas tan distintas, ¿no te parece?”. Sin embargo, la coqueta Anni no pudo responderse. Un asteroide, convertido en meteorito al penetrar en la atmósfera, atravesó el techo del autobús para terminar impactando en el cuerpo de la ilusa señora Hodges.
Se trata del único incidente registrado de la caída de un cuerpo celeste sobre un ser humano. Algunas fuentes aseguran que en realidad Anni no había salido de su casa y que recibió el impacto mientras escuchaba la radio en el salón. Sin embargo, Renato no conoce esa otra versión y si queremos entender su relato, debemos olvidarnos de ello. Lo único que realmente nos interesa es que, aunque la señora Hodges sólo sufrió una pequeña contusión, eso no se cuenta en el libro de Salvat. Que lo cierto es que, si te cae un meteorito en la cabeza, no puedes lucir un chichón como única consecuencia.
2.
Renato tiene 15 años y vive en Lima. Lo encontramos junto a su grupo de amigos en el parque que llaman de La China, repartidos entre bordillos y calvas de hierba. Ubicado a dos cuadras del óvalo Gutierrez, junto al Ewong y cerca de la licorería donde han comprado el ron Cabo Blanco que ahora beben; el parque es conocido como tradicional fumarola de los alumnos, aún con uniforme escolar, que acuden a la salida del colegio María Reina. Sin embargo, en este momento no hay uniformes a la vista pues es noche cerrada. Esto nos facilita introducir un dato más: en Lima no se ven las estrellas. La panza de burra que cubre la ciudad durante el día ocultando el sol, también ejerce su aburrida condena durante la noche. De este modo, el dicho de Saint-Exupery, “Si de noche lloras por el sol, las lagrimas no te dejarán ver las estrellas”, pierde aquí todo su sentido. El escritor francés nunca sobrevoló la ciudad de Lima, y eso es algo que ustedes también deben tener en cuenta. Sería demasiado complicado y aún injusto concluir que en Lima no hay principitos; lo único certero es que no hay estrellas que observar. ¿Dónde están pues? Eso es algo que tendremos tiempo de descubrir.
Porque debemos centrarnos, y aunque el ambiente es alegre y sus amigos filosonsean, así lo llaman ellos, sobre lo que ocurre y lo que ocurrirá; Renato está triste y maquiavela una idea en su interior. Hace poco, quizá un par de semanas (es un dato que no nos interesa), descubrió que su papá le sacaba la vuelta a su mamá. Iba caminando por el parque Kennedy y lo vio sentado en un banco junto a una mujer varios años más joven. Para un chico que hasta entonces mantenía a su progenitor, médico si quieren saberlo, sobre un altar, esto supone un tremendo golpe. Su padre es humano, juega al mismo juego de los demás; pero esto es algo que él aún no puede racionalizar, él está condenado a esa otra guerra: aquella de la acción. Irá, con sus amigos, a la casa de la querida; para tirarle huevos o lo que sea y poder insultarla hasta sentirse si no con menos motivo, sí más descansado.
Pero esto se lo guarda, aún no se atreve a pedirlo. Prefiere rumiarlo durante un tiempo más él solo; juntar más fuerzas. Para ello revive la tarde aquella de su padre en el banco del parque. La caricia de las manos entrelazadas que Renato casi se diría que estudia tras el árbol que le esconde. Nunca su padre le había resultado tan joven, tan desligado. Como si hubiera adquirido autonomía con respecto de la familia. ¿Cómo explicarlo? ¿Otra persona con la careta de su padre quizá? ¿O cómo si su figura hubiera escapado de las fotos de la repisa del salón y paseara ahora por el centro de Miraflores? Una mala copia de una silueta familiar… No sabe cuanto tiempo pasa, pero la pareja se levanta y Renato vuelve a la realidad. Un beso de despedida… Mientras otra copa, y sus amigos que siguen conversando. Ahora uno dice algo de comprar una sustancia llamada ketamina. De que te la venden en la farmacia si dices que es para operar a tu gato y que luego, yo que sé, basta con el microondas de algún grifo para hacerla piedra. Que, choche, te permite ver cosas que de otro modo se escapan, que así te observas desde fuera, y que de ese modo aquello que se busca… La noche avanza, suave y completa, y Renato no aguanta más, demasiadas palabras: “Vamos todos”.
Pero ya es tarde. Ha dejado pasar demasiada noche. Los que no están ahora borrachos, cuidan de aquellos. Sólo uno de los amigos, aquel de pelo negro y rizado que le conoce demasiado bien, será quien le acompañe. La pareja, trazando dudosas parábolas, se interna en las callejuelas que rodean la huaca Juliaca. En sus cabezas, la aventura adquiere tintes cinematográficos: Esta noche, bajo el cielo sin estrellas de Lima, se cumplirá una venganza. Y ésta será en nombre de Anni, la madre de Renato.
3.
Ahora paremos un momento. Alejémonos de Renato durante unos párrafos; pues en este lugar de esta historia, también otro personaje que debemos conocer está pensando en cine. A mandos del coche de su padre, en realidad material encarnación de esa persona que ya no está, Charly no puede quitarse de la cabeza aquella imagen: una perfecta luna de cráteres de merengue, molesta porque una bala de cañón ha impactado en su ojo derecho y que por ello despotrica (eso Charly lo sabe porque lo ha leído en sus labios), mientras flota en un falso marco de nubes erizadas. Y no puede dejar de pensar en ella porque esta noche ha leído la historia de su creador, del George Méliès que, tras levantar el primer estudio de cine y trasformar la llegada de un tren en los viajes de Julio Verne, terminó sus días vendiendo caramelos y juguetes en una tiendecita de la estación de Montparnase. Se lo imagina septuagenario, haciendo trucos de magia a los niños que se le acercan. Encontrando en ellos las mismas caras que años antes provocaba en los adultos que ahora esperan el tren en la estación, aburridos, preguntándose quién será ese viejo que les vende golosinas a sus hijos.
Por eso Chaly coge el coche de su padre, por eso se dirige ahora hacia el parque de La China. Porque necesita contarle esta historia a alguien. Por eso, y porque hoy se ha enterado de que su hermana, con 17 años, está embarazada de un tipo que está fuera del país y no piensa regresar (curioso, otra vez las historias se repiten). Y, la verdad, él no tiene ni idea de cómo va a ser eso de un niño, para el que va a ser más un padre que un tío.
4.
¿Qué mejor modo de terminar una historia que dejando hablar a los personajes? El escenario es un coche estacionado junto a una gasolinera, en lo alto de un cerro. Sobre la hora baste decir que aún es noche pero que eso no tardará en cambiar. Sí estuviéramos allí, sentados en el asiento de atrás, escucharíamos esto:
-Carajo charly, que hay buena vista desde acá arriba.
-Ya.
-No manyaba yo este lugar.
-Al final va a valer la pena tanta vuelta de farmacia en farmacia.
-Menos mal que te apareciste para jalarnos en el carro, que ya me veía yo haciendo esto a lata.
-Más que nada por esos dos huevones. ¡Qué ladillas son cuando quieren!
-Bueno, a ver si ahora han tenido suerte. Aunque a mí lo del gato me sigue pareciendo una cojudez. ¿No vuelven?
-Todavía. De todos modos, creo que sí consiguen la huevada yo paso.
-Carajo, es que se ve media Lima. ¿Y eso? ¿Por qué?
-Ha sido un día complicado.
-Ya. El mío también.
Y Renato, sentado en el lugar del copiloto y alumbrado por la tímida luz de la gasolinera, lanza la colilla hacia el arcén donde están estacionados y tiene la tentación de confesar por fin su desventura nocturna. Cómo el amigo de los rizos y él no tardaron en alcanzar el objetivo deseado: la casita normal, tan aburrida como la de los costados, de tan sólo dos plantas, blanca al igual que todas y con garaje a un lado, que estudiaban ocultos tras un carro sin razón real para esconderse. Cómo se quedaron ahí, quietos y en silencio, porque Renato ya había contado lo que quería y el amigo no se atrevía a decir nada más. Consciente de que cumplía una función muy básica, la de ser testigo para aseverar que algo ha ocurrido, sólo le quedaba esperar. Y eso hacía. Mientras, Renato miraba. A lo mejor pensando en su hermano mayor (ahora, sentado en el coche, no lo tiene claro), el que ha reaccionado de un modo tan distinto. Tan sólo que antes quería estudiar medicina y ahora psicología, pero por lo demás… Qué cosas, la casa es mejor que la suya. Y su mamá estudiando inglés para irse al extranjero. Y el jancando asignaturas en la escuela. Y todos bajo el mismo techo. Sin otra solución porque simplemente no existe esa opción… Pero Renato calla. No le cuenta a Charly cómo se levantó y dio media vuelta. Cómo tiró del amigo de rizos para emprender camino. Y cómo, dejando atrás la casa, casi parecía que huían.
Tampoco importa.
A través del parabrisas el panorama es majestuosamente irreal. La oscuridad no permite ver la inmensa urbe que se extiende allá abajo. En su lugar, millares de farolas tintinean amarillas, azules y blancas rellenando las siluetas de los cerros que se elevan como chichones. Pareciera que todas las estrellas del firmamento han caído sobre la tierra e, incandescentes, brillan sobre las calles, los tejados y las personas que todavía duermen. Charly y Renato comparten el último cigarro que les queda mientras, en silencio, observan ese cielo a ras de suelo que es la ciudad donde les ha tocado vivir: Lima.
Cerca, en la gasolinera, un microondas da vueltas a un vaso de plástico. Junto a éste, el chico del pelo negro y rizado responde a la pregunta que ha formulado el otro amigo:
-Oye, ¿y cómo fue lo de la casa antes?
-Choche, que le hemos llenado la puerta de mierda. Ya verás mañana, ya.
sábado, mayo 27
...de Referentes
El territorio de los referentes es peligroso y de fronteras difusas.
Sin embargo, algunos de estos mensajes que necesitan de referentes, son tan buenos por sí mismos que adquieren autonomía y superan en popularidad a los originales. A mí me ocurrió con la portada del London Calling de The Clash:
Una foto cojonuda, una tipografía que se suma al bajo para recuadrar a Paul Simnon en un momento que de este modo se torna sentimiento de una escena musical y un lugar histórico. Vale. Pero es que no es sólo eso. Lo descrubría varios años después al encontrar esto otro:
El primer disco de Elvis. Había mucho más en aquel disco de lo que creía, y uno sin darse cuenta. En ese momento notas como crece el respeto hacia el que diseñó aquella portada. Y resulta entonces que el que hizo el "homenaje" se convierte en homenajeado. ¿Cuantos discos hay imitando la carátula del London Calling? El caso autóctono es el de Seguridad Social y su EP Me pica un huevo. Y la bola sigue creciendo, y cada vez con menos gracia.
De postre, otro juego de referentes. Esta vez más actual. ¿Conocen la canción esa de Hijo de puta hay que decirlo más de esos geniecillos de La Hora Chanante?:
viernes, mayo 19
lunes, mayo 15
...de En Lima nunca llueve
Bueno, no es tan fácil. Porque un país no es uno; ja, si fuera tan simple. Empecemos a dividir. Para empezar, no hablamos del Perú, hablamos de tu Perú, con lo que eso conlleva. Bien, eso también puede ser sistematizado: Tu Perú político, tu Perú social, tu Perú musical, tu Perú amoroso, aquel Perú culinario o aquel otro Perú etílico... No. Porque así podemos seguir hasta que queramos; es decir, no llegaríamos a ningún lado.
Vuelve al tema del inicio: los recuerdos. Hechos es lo que necesitamos. Qué importan su lugar o autonomía. No van a comvertirlos en más falsos. Es lo que tenemos. Bien, ¿pero cómo saco esos recuerdos del desván? No te preocupes, saldrán solos.
(...) Hoy pillé uno. Me ayudó algo que encontré, ese fue el detonante necesario. Era mañana, debía ser fin de semana, porque no fui al colegio y había periódico en casa. Por el tamaño que recuerdo que tenía entre mis manos (curioso cómo mis manos recuerdan mejor que mi cabeza), debía ser El Comercio. Estaba en la cocina, mientras tomaba el desayuno lo ojeaba. Nacional, Sociedad, Internacional, Deportes, así hasta que llegué a la sección de anuncios por palabras. Luego no pude terminar el desayuno. Este era el texto: "Riñón joven, 20 años. Sano. Todo el país. 20.000 dólares."
Esa era una de las diferencias. Fuera de mi cocina, de mi distrito tal vez; pero no más lejos, en aquella ciudad en la que yo vivía, una persona había invertido el poco dinero que tenía en poner un anuncio vendiendo un trozo de él. Digo inversión con sentido pleno. Ese hombre o mujer había tenido la lucidez suficiente para utilizar el medio que mejor llegaba a su público objetivo (el periódico con más prestigio de Lima, el que leía la clase media y alta), había juntado su plata de a pocos (no mucha, sólo para 10 palabras), y había contratado un anuncio con el objetivo de conseguir aquellos 20.000 dólares. Si se encontraba en una situación en la que estaba dispuesto a realizar aquella transacción no debió ser nada fácil. Tal vez lo pidió prestado, y esperaba devolverlo con intereses... La diferencia, detalles pequeños que son tan grandes...
¿El detonante? Los comentarios en una bitácora.
martes, abril 25
miércoles, abril 5
...de Antología Poética Moderna.
es una elipse,
y el Sol
se encuentra
en uno de sus focos.
La línea que une
el planeta al Sol,
se encuentra
en uno de sus focos.
Los cuadrados
de los períodos de revolución
son proporcionales
a los cubos de
la distancia promedio:
al Sol.
...de Notas para una novela sobre Morisot
2.
Dura un instante. El sol entra y los azulejos del baño se encienden de blanco. La luz dibuja un trapecio que se arrastra sobre la superficie desnuda y los límites, agudos, atrapan la sombra de todo aquello que se interpone entre la ventana y la pared, como una frontera. Pero dura un instante, luego se va. Y aunque aquella nube deja de entorpecer el paso, la superficie que vuelve es ahora distinta. Parecida la forma, pero ya no aquí, sino un poco más lejos: ya otro territorio.
En Raquel esta visión provoca el regreso de otros días. Aquellos años. Aunque más que despertar un recuerdo, lo que hacen es devolverla allí y revivir aquel tiempo. Más suave, más fácil, piensa. Y si no fuera por la conciencia que siempre está ahí, encadenándola al piso, casi se echaría a reír. En vez de eso, el presente ejerce de contrapunto que repite que lo real es aquí, dentro del baño, ahora. Lo otro sólo mentira. Lo extraño, entonces, es por qué, aunque tiene claro que la sensación no es nueva, Raquel se ha puesto hoy a pensar en ella. A racionalizarla. Y a ponerle un nombre: Manuel.
Es curioso que no haya surgido El Otro, y sí alguien que no ha visto en 7 años. Y eso sorprende a Raquel. Le hace darse cuenta, así de pronto, de que no le importa que se haya ido. Ha pasado sólo un día. Al parecer, más que suficiente para olvidar tres años. Y eso Raquel no lo entiende. Porque antes era distinto, con Manuel fue distinto. No hay depresión, ni un rastro de dolor. Y no es que hayan sido relaciones tan dispares.... El sol, en forma de recorte, regresa a la pared que Raquel tiene frente a ella. Al principio de estar con El Otro solía compararlas, pero poco tardó en dejar ese hábito. No porque ellos fueran diferentes, en cierto modo se parecían, lo que varió fue el punto de referencia. Ella misma. Pero ahora, de pronto, ha vuelto a hacerlo. Eso es lo que sorprende a Raquel.
Y le hace gracia. Porque piensa que por entonces no era ella, sino una niña con el mismo nombre. El sol ha continuado su recorrido hasta una de las esquinas del baño. El lateral del trapecio se rompe en la unión de las dos paredes, añadiendo dos vértices más. Uno de ellos apunta hacia el rollo de papel higiénico. Raquel alarga el brazo hacia éste, de modo que su mano irrumpe en terreno soleado y dibuja sombras en la pared, cuando de pronto se detiene. Se ha dado cuenta de algo, de un detalle vivido hace años, y que ahora toma una dimensión que había permanecido oculta. Es de noche. Manuel la acompaña de regreso a casa. Y Raquel no recuerda muy bien cómo, pero él se enfada cuando ella le confirma que no tiene celos de una compañera de facultad. No recuerda el nombre de la chica. Estudiaba con él, eso seguro. Pero nada más. Y el pobre tan ofendido. Sólo porque a ella le da igual que su novio se vea con aquella chica. En ese momento no lo entendió, pero ahora… De pronto, con una seguridad que no deja espacio para la duda. Como una revelación, lo sabe. Tiene sentido, ahora sí. Pero no le molesta. Lo siente, pero no por ella. Le da pena Manuel, su mediocridad. Como un niño pequeño que no dejará de sentirse culpable hasta recibir el castigo y por eso lo busca. En ese momento a ella ni se le pasó por la cabeza. Tiene gracia, piensa, que, seis años después, sentada en el baño, me dé cuenta de que Manuel me ponía los cuernos. ¿Y por qué no le importa?
Ha pasado ya mucho tiempo. Pero eso no es. Ha vivido otra vez ese momento, como si estuviera allí, y resulta que le da igual. No se siente ni mejor ni peor. Tan sólo una pesada indiferencia. Manuel y El Otro eran iguales, mediocres. Y ahora, mientras el sol se apaga por hoy y la pared vuelve a su aburrida repetición, Raquel acepta esa mediocridad. La misma que le parece que pringa todo, que la rodea y de la que también ella forma parte. Una persona más de un mundo sin motivos para...
Raquel está tranquila. Por primera vez en el día, relajada. Por primera vez en mucho tiempo, sin miedo. Suelta un suspiro y, aunque ella no se da cuenta de ello, su rostro pierde la rigidez habitual hasta dibujar casi una sonrisa. Todavía no lo sabe, tendrá que pasar un tiempo, pero dentro de no mucho también se acordará de este día. Mientras tanto, Raquel se limpia, se sube los pantalones, tira de la cadena y sale del baño. Ahora cerrará la puerta...
jueves, marzo 2
jueves, febrero 9
...Antología Poética Moderna.
por átomos,
los cuales son partículas
materiales, separadas, e indestructibles.
Todos los átomos de un mismo elemento
son iguales en masa y
en las demás propiedades.
Los átomos de distintos elementos
son diferentes en masa y
en las demás propiedades.
Los compuestos se forman
por la unión de los correspondientes átomos,
en una relación numérica,
sencilla.
jueves, febrero 2
...de Opinión Pública
Pero es que la monarquía no es justa. No es democrática. ¡No se puede adaptar a los nuevos tiempos! Es como cuando en la pena de muerte se cambia la cámara de gas por la injección letal. "Es que el condenado así sufre menos, la agonía es más humana". No. Sigue siendo la misma burrada. Humana burrada. La monarquía no se puede adaptar a los nuevos tiempos dándole una nueva capa de pintura (en este caso se me antoja que de color rosa) porque los cimientos están podridos desde hace 200 años.
¿Una monarquía democrática? De acuerdo. Entonces elijamos a nuestro rey por sorteo. No es coña. Cada 15 días, se coge el censo del país y que un ordenador elija a una persona. Hombre o mujer, por supuesto. Y que éste, durante dos semanas, viva como un rey (literalmente). ¡Qué pedazo de vacaciones y qué homenaje a Warhol! El elegido podrá utilizar el Yate real, ser servido en palacio (y así no creamos más paro), visitar diversos países donde será recibido con pompa y orgullo, esquiar en Baqueira si es temporada, firmar las leyes antes de su entrada en vigor (con lo que se simplificaría el entramado legislativo: cada ley llevaría el nombre del elegido. Ej: Ley de José Manuel Palos Clos nº 8), disolver el parlamento a petición del Presidente del Gobierno, o dar el discurso de Navidad. Por supuesto, el elegido podría aprovechar para casarse, y así que le salga gratis.
(...)
Claro que también se podría aprovechar esa reforma constitucional para abolir la monarquía y quedarnos tan anchos. Aunque no sé, porque entonces tendríamos que tener Primer Ministro y Presidente del Gobierno. Y quién nos dice que no nos sale un Jacques Chirac y comienza a amenazar con armas nucleares a quien se le ponga por delante.... Ah, pero que en España no tenemos de eso. Pues es un alivio oiga. (...)
viernes, enero 13
miércoles, enero 11
...de El Animal Urbano
Lo inquietante es pensar en esas terroríficas extensiones de ciudad que rellenan los espacios entre los nichos que visitamos. En estos espacios, la población se apelotona, vive y descansa de sus excursiones a esos centros de reunión. Curiosamente, la cantidad y disposición de estos espacios matriciales son particulares de cada individuo. Sin duda, la mayoría son comunes, y en los casos de conocidos estos se suelen repetir; pero cada individuo tiene su mapa particular, como una pantagruelica huella dactilar formada por los lugares que frecuenta.
(...) Como ya antes se ha apuntado, por la similitud de esta huella se podría intuir qué personas se conocen, son amigos, o incluso si tienen posibilidad de convertirse en amantes. La huella de nuestra ciudad particular. La postal de cada uno: triste y básico reflejo de cada animal urbano(...).