lunes, mayo 15

...de En Lima nunca llueve

(...) los recuerdos se apelotonan, unos sobre otros; pero también aquellos entre estos, esos dentro de otros y algunos, incluso, disfrazados como si no fueran ellos. Por eso resulta difícil reconstruirlos de forma lineal. Saber qué fue antes y qué después, cuál fue la consecuencia o si ese hecho produjo algún efecto. Y, sin embargo, ahí está la necesidad de poner un punto de inicio: ¿en qué momento te diste cuenta (sí, como Zabalita) de que aquello era el Perú, y que había algo de base que lo hacía tan diferente?

Bueno, no es tan fácil. Porque un país no es uno; ja, si fuera tan simple. Empecemos a dividir. Para empezar, no hablamos del Perú, hablamos de tu Perú, con lo que eso conlleva. Bien, eso también puede ser sistematizado: Tu Perú político, tu Perú social, tu Perú musical, tu Perú amoroso, aquel Perú culinario o aquel otro Perú etílico... No. Porque así podemos seguir hasta que queramos; es decir, no llegaríamos a ningún lado.

Vuelve al tema del inicio: los recuerdos. Hechos es lo que necesitamos. Qué importan su lugar o autonomía. No van a comvertirlos en más falsos. Es lo que tenemos. Bien, ¿pero cómo saco esos recuerdos del desván? No te preocupes, saldrán solos.

(...) Hoy pillé uno. Me ayudó algo que encontré, ese fue el detonante necesario. Era mañana, debía ser fin de semana, porque no fui al colegio y había periódico en casa. Por el tamaño que recuerdo que tenía entre mis manos (curioso cómo mis manos recuerdan mejor que mi cabeza), debía ser El Comercio. Estaba en la cocina, mientras tomaba el desayuno lo ojeaba. Nacional, Sociedad, Internacional, Deportes, así hasta que llegué a la sección de anuncios por palabras. Luego no pude terminar el desayuno. Este era el texto: "Riñón joven, 20 años. Sano. Todo el país. 20.000 dólares."

Esa era una de las diferencias. Fuera de mi cocina, de mi distrito tal vez; pero no más lejos, en aquella ciudad en la que yo vivía, una persona había invertido el poco dinero que tenía en poner un anuncio vendiendo un trozo de él. Digo inversión con sentido pleno. Ese hombre o mujer había tenido la lucidez suficiente para utilizar el medio que mejor llegaba a su público objetivo (el periódico con más prestigio de Lima, el que leía la clase media y alta), había juntado su plata de a pocos (no mucha, sólo para 10 palabras), y había contratado un anuncio con el objetivo de conseguir aquellos 20.000 dólares. Si se encontraba en una situación en la que estaba dispuesto a realizar aquella transacción no debió ser nada fácil. Tal vez lo pidió prestado, y esperaba devolverlo con intereses... La diferencia, detalles pequeños que son tan grandes...

¿El detonante? Los comentarios en una bitácora.

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